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Los virus son factores etiológicos en el desarrollo de varios tipos de tumores humanos, incluidos dos de gran importancia en todo el mundo: el cáncer de cuello uterino y el de hígado. Al menos 15–20% de todos los tumores humanos en todo el mundo tienen una causa viral. Los virus que se han asociado de manera estrecha con los cánceres humanos se enumeran en el cuadro 43–1. Entre ellos se encuentran los papilomavirus humanos (HPV, human papillomaviruses), el virus de Epstein-Barr (EBV, Epstein-Barr virus), el herpesvirus humano 8, el virus de la hepatitis B y C, así como dos retrovirus humanos y algunos virus candidatos para cáncer humano. Se han descubierto nuevos virus asociados al cáncer mediante el uso de técnicas moleculares. Muchos de ellos pueden causar tumores en animales, ya sea como consecuencia de una infección natural o después de la inoculación experimental.
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Los virus animales se estudian para aprender cómo una cantidad limitada de información genética (uno o varios genes virales) puede alterar el comportamiento del crecimiento de las células, convirtiendo en última instancia una célula normal en una neoplásica. Estos estudios revelan información sobre la regulación del crecimiento en las células normales. Los virus tumorales son agentes que pueden producir tumores cuando infectan a los animales apropiados. Muchas investigaciones se realizan utilizando células de animales cultivadas en lugar de animales completos, debido a que permiten analizar eventos a nivel celular y subcelular. En estas células cultivadas, los virus oncógenos provocan una “transformación”. Sin embargo, esos estudios son esenciales para analizar muchas etapas de la carcinogénesis, circunscritas a las interacciones complejas entre el virus y el hospedero, y a las respuestas de este a la formación de tumores.
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Los estudios con virus tumorales de ARN revelaron la participación de oncogenes celulares en la neoplasia; los virus tumorales de ADN permitieron establecer la participación de los genes supresores de tumores celulares. Estos descubrimientos revolucionaron la biología del cáncer y proporcionaron el marco conceptual para la base molecular de la carcinogénesis.