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La angina de pecho, la manifestación clínica más frecuente de la arteriopatía coronaria (CAD, coronary artery disease), es el resultado de un desequilibrio entre la oferta y la demanda de O2 miocárdico, con mayor frecuencia debido a la obstrucción arterial coronaria ateroesclerótica. Otras afecciones importantes que alteran este equilibrio y provocan angina incluyen la enfermedad de la válvula aórtica (capítulo 116), la miocardiopatía hipertrófica (capítulo 117) y el espasmo arterial coronario (véase más adelante).
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La angina se asocia típicamente con esfuerzo o malestar emocional; se alivia rápidamente con reposo o nitroglicerina (capítulo 33). Los principales factores de riesgo son el tabaquismo, la hipertensión, la hipercolesterolemia (↑ LDL; ↓ HDL), la diabetes, la obesidad y los antecedentes familiares de CAD antes de los 55 años.
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A menudo normal; los soplos arteriales o las anomalías vasculares retinianas sugieren ateroesclerosis generalizada; S4 es común. Durante el episodio anginoso agudo, pueden aparecer otros signos: por ejemplo, un S4, diaforesis, estertores y un soplo transitorio de insuficiencia mitral debido a isquemia del músculo papilar.
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Puede ser normal entre episodios anginosos o mostrar infarto antiguo (capítulo 113). Durante la angina de pecho, normalmente aparecen anormalidades de las ondas ST y T (la depresión del segmento ST refleja isquemia subendocárdica; la elevación del segmento ST puede reflejar infarto agudo o espasmo arterial coronario transitorio). Las arritmias ventriculares frecuentemente acompañan a la isquemia aguda.
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Mejora el diagnóstico de CAD; el ejercicio se realiza en la cinta o en la bicicleta hasta que se alcanza la frecuencia cardiaca deseada o el paciente presenta síntomas (dolor torácico, mareo, hipotensión, disnea intensa, taquicardia ventricular) o desarrolla cambios diagnósticos del segmento ST. La información útil incluye la duración del ejercicio logrado; frecuencia cardiaca y presión máximas; profundidad, morfología y persistencia de la depresión del segmento ST; y si y en qué nivel de ejercicio se desarrolla el dolor, la hipotensión o las arritmias ventriculares. Las pruebas de ejercicio con radionúclidos, ecocardiografía o resonancia magnética aumentan la sensibilidad y la especificidad y son particularmente útiles si las anomalías basales del ECG evitan la interpretación de la prueba. Nota: Las pruebas de ejercicio no deben realizarse en pacientes con MI agudo, angina inestable o estenosis aórtica severa. Si el paciente no puede hacer ejercicio, el estrés farmacológico con dipiridamol IV, adenosina, regadenosón o dobutamina se puede realizar junto con radionúclidos o imágenes ecocardiográficas (cuadro 123–1). Los pacientes con LBBB en el ECG basal deben derivarse para obtener imágenes de adenosina o radionúclidos de dipiridamol, que es más específico para el diagnóstico de CAD en este contexto.
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