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Desde el punto de vista embrionario, la pleura se origina en la cavidad celómica, y es la membrana serosa que cubre el pulmón y la cara interior de la cavidad torácica. Se divide en pleura visceral —cubre la parte exterior del pulmón y las cisuras interlobares— y pleura parietal —cubre la parte interna de la pared torácica, el diafragma y el mediastino—; entre ambas queda definida la cavidad pleural. La pleura está formada por una sola capa de células mesoteliales de entre 6–12 µm de diámetro, dotadas de microvellosidades, y se asienta sobre una capa de tejido conjuntivo que contiene nervios, vasos sanguíneos y linfáticos. El mesotelio de la pleura parietal, especialmente en las zonas mediastínica e intercostal, presenta unas aberturas o estomas, con diámetro entre 2–6 µm, que conectan con lagunas linfáticas y permiten el movimiento de líquido desde el espacio pleural al interior de los linfáticos.
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La irrigación de la pleura parietal y visceral corresponde en el ser humano a la circulación sistémica, y la inervación corresponde a los nervios intercostales en la pleura costal y zona lateral de la diafragmática, y al nervio frénico en la zona central de la pleura diafragmática. La irritación de estas zonas provoca dolor costal pleurítico o referido al hombro ipsilateral, respectivamente.
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La función primordial de la pleura es facilitar el movimiento del pulmón en el interior de la caja torácica durante la respiración. Además, la pleura visceral puede proporcionar un soporte mecánico al pulmón, con lo que contribuye a mantener la forma del mismo, limita su expansión y favorece su retracción. Sin embargo, en estudios clínicos y experimentales no se ha demostrado que la sínfisis pleural altere la función pulmonar.
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La presión retráctil del pulmón y la presión expansiva de la caja torácica, de signo opuesto, producen una presión negativa entre la pleura visceral y parietal, que recibe el nombre de presión pleural. La presión pleural se puede obtener de forma directa al insertar un dispositivo en la cavidad pleural, o indirecta, mediante la obtención de un equivalente como la presión esofágica. La presión pleural durante la respiración normal suele ser negativa, es decir, subatmosférica, y no es uniforme en las diferentes zonas de la pleura. Los valores menores se producen en el ápice, y desde allí aumenta unos 0.3 cm H2O por cada centímetro en sentido caudal, de lo cual resulta una diferencia de presión, con el tórax en situación vertical, de unos 8 cm H2O entre ápice y base.
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La presión pleural se hace más negativa durante la inspiración (por aumento de la presión retráctil pulmonar y descenso de la presión de vía aérea), y mayor durante la espiración (por mecanismos opuestos a los anteriores). En espiración forzada puede ser superior a 0, y en casos patológicos colapsar la vía aérea distal (véase el capítulo 46...