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Diversos trastornos del desarrollo, neoplásicos, infecciosos, traumáticos y cardiovasculares pueden propiciar la presencia de masas en el mediastino en las radiografías de tórax. Un acuerdo útil divide en forma arbitraria el mediastino en tres compartimientos (anterior, medio y posterior) a fin de clasificar las masas mediastínicas y ayudar al diagnóstico diferencial. Las masas mediastínicas específicas tienen predilección por uno o más de estos compartimientos; casi todas se localizan en el mediastino anterior o medio. El diagnóstico diferencial de una masa en el mediastino anterior incluye timoma, teratoma, lesiones tiroideas, linfoma y tumores mesenquimatosos (lipoma, fibroma). El diagnóstico diferencial de una masa en el mediastino medio comprende linfadenopatía, crecimiento de la arteria pulmonar, aneurisma de la aorta o la arteria braquiocefálica, quistes del desarrollo (broncógeno, entérico, pleuropericárdico), venas ácigos o hemiácigos dilatadas o hernia por el agujero de Morgagni. El diagnóstico diferencial de una masa mediastínica posterior incluye hernia hiatal, tumor neurógeno, meningocele, neoplasia esofágica, hernia por el agujero de Bochdalek, enfermedad de la columna torácica y hematopoyesis extramedular. El grupo de tumores neurógenos incluye neurilemoma, neurofibroma, neurosarcoma, ganglioneuroma y feocromocitoma.
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Los signos y síntomas de masas mediastínicas son inespecíficos y suelen ser consecuencia de los efectos de la masa en estructuras circundantes. El inicio gradual de dolor torácico retroesternal, disfagia o disnea es un indicio importante de la presencia de una masa en el mediastino. En la mitad de los casos no hay síntomas y la masa se detecta en una radiografía común de tórax. Los datos a la exploración física varían según sean la naturaleza y la localización de la masa.
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Es útil la CT para el tratamiento; los exámenes radiológicos complementarios que resultan beneficiosos incluyen trago de bario si se sospecha enfermedad esofágica, ecografía o venografía Doppler de venas braquiocefálicas y cava superior y arteriografía. Es útil la MRI; sus ventajas incluyen mejor delineación de estructuras hiliares y diferenciación entre vasos y masas. La MRI también permite obtener imágenes en múltiples planos, en tanto que la CT sólo proporciona imágenes axiles. Cuando se sospecha un trastorno neoplásico se necesita diagnóstico histopatológico. El tratamiento y pronóstico dependen de la causa subyacente de la masa mediastínica.
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