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PRESENTACIÓN DE LIBRO DE TEXTO
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Un paciente con hipertensión crónica tiene una presión arterial extremadamente alta; por definición, los pacientes no presentan síntomas o signos de daño agudo a órganos específicos.
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ASPECTOS SOBRESALIENTES DE LA ENFERMEDAD
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La prevalencia de la urgencia hipertensiva leve en el ámbito ambulatorio o en el servicio de urgencias es de 3% a 5%.
Los síntomas más comunes presentados son cefalea (22%), epistaxis (17%), desmayo (10%), agitación psicomotora (10%), dolor del tórax (9%) y disnea (9%).
Un estudio grande de cohorte retrospectivo encontró que el riesgo de que ocurra un evento cardiovascular dentro de los seis meses es cercano a 1%.
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DIAGNÓSTICO BASADO EN EVIDENCIAS
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Se debe descartar daño agudo a órganos específicos a través de los antecedentes, exploración física y estudios de laboratorio seleccionados.
Debe medirse la presión arterial en ambos brazos y palparse los pulsos en las extremidades superiores e inferiores; todos los pacientes deben someterse a un estudio completo cardiovascular y neurológico, incluyendo un examen fundoscópico.
En todos los pacientes deben realizarse examen general de orina y creatinina sérica.
Los pacientes con síntomas que sugieran isquemia miocárdica o edema pulmonar deben someterse a ECG, radiografía de tórax y estudio de enzimas cardiacas.
En pacientes con signos o síntomas neurológicos están indicados estudios de imagen (CT o MRI) del sistema nervioso central.
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En pacientes ambulatorios estables con presión arterial elevada de manera crónica, no hay una necesidad urgente de reducir la presión arterial, y está bien si tarda varios días en reducirse.
Existen varias formas de abordar el tratamiento, dependiendo del estado general del paciente, si ya ha recibido tratamiento y su capacidad para regresar a seguimiento médico.
En pacientes que han suspendido sus medicamentos, generalmente es suficiente reiniciarlos.
En pacientes no tratados previamente, las opciones incluyen:
Iniciar con dos fármacos de acción prolongada, como un diurético y un bloqueador de los conductos de calcio o un inhibidor de la ACE.
Comenzar el tratamiento con fármacos de acción más rápida, como labetalol oral o clonidina, y después hacer la transición a fármacos de acción prolongada; los pacientes pueden ser observados durante varias horas para valorar su respuesta a los fármacos de acción corta.
Una reducción demasiado rápida de la presión arterial puede provocar hipotensión e hipoperfusión cerebral con accidente cerebrovascular.
Los medicamentos intravenosos y sublinguales pueden tener efectos impredecibles sobre la presión arterial y deben evitarse en pacientes asintomáticos.
La hidralazina por vía IV causa una caída progresiva y a veces precipitada de la presión arterial de 10 a 30 min después de la administración.
La nifedipina sublingual causa una disminución impredecible de la presión arterial y nunca debe usarse.
¡No debe tenerse prisa por normalizar la presión arterial en pacientes sin daño agudo a órganos específicos!