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PRESENTACIÓN DE CASO

Un varón de origen latinoamericano de 71 años con antecedentes de diabetes mellitus, hipertensión, válvula aórtica protésica biológica disfuncional (estenosis aórtica grave) y nefropatía crónica fue hospitalizado por neumonía por COVID-19 confirmada con prueba de reacción en cadena de polimerasa para COVID-19. El paciente recibió tocilizumab, remdesivir y dexametasona con mejoría notable. Fue dado de alta a su domicilio con tratamiento con reducción gradual de las dosis de prednisona y oxígeno domiciliario. Tres meses más tarde, fue hospitalizado nuevamente con fiebre y escalofríos. Sus hemocultivos reportaron Staphylococcus aureus sensible a la meticilina. Se inició la administración de antibióticos intravenosos durante cuatro semanas, pero permaneció febril con bacteriemia persistente. Un electrocardiograma mostró bloqueo cardiaco de tercer grado (fig. 10–1A). El paciente se sometió a un ecocardiograma transesofágico (TEE, transesophageal achocardiogram) para valorar una posible endocarditis (fig. 10–1B). El ecocardiograma transesofágico mostró vegetaciones en la válvula aórtica con engrosamiento de la raíz aórtica lo que sugería absceso (fig. 10–1C). Se sometió a drenaje del absceso de la raíz aórtica e implantación de una válvula aórtica bioprotésica con colocación de marcapasos transvenoso.

FIGURA 10–1

(A) ECG que muestra bloqueo cardiaco de tercer grado. (B) Ecocardiograma transesofágico que mostró absceso aortomitral. (C) Válvula aórtica en el posoperatorio.

TRATAMIENTO DE LA COVID-19

Las estrategias terapéuticas de la infección por COVID-19 son motivo de controversia y siguen evolucionando. Los médicos deben tener en cuenta las ventajas y desventajas del tratamiento y su idoneidad en grupos selectos. La inmunización y el desarrollo de anticuerpos contra la infección pueden tener un futuro prometedor que aún no se conoce. Los datos anteriores sobre la participación de los anticuerpos en la infección por COVID-19 mostraron que la inmunidad adquirida puede tener una participación protectora en la prevención de la enfermedad y sus complicaciones, pero aún se desconocen los efectos a largo plazo de más de seis meses. Los anticuerpos como IgM e IgA son de corta duración, con dos a cuatro semanas en comparación con los anticuerpos IgG que pueden durar hasta seis meses. Las titulaciones de anticuerpos a los seis meses pueden ser de utilidad en la predicción de la inmunidad contra la infección. Las investigaciones en curso seguirán demostrando los efectos beneficiosos de los anticuerpos a largo plazo y su eficacia. Los efectos cardiovasculares de estas técnicas de inmunización no están claros.

Tipos de inmunización

Inmunidad activa

La inmunidad activa en la infección por COVID-19 se puede lograr utilizando cuatro estrategias:

  1. Virus entero. El virus entero en su forma atenuada/muerta puede desencadenar la respuesta inmunitaria. Puede desarrollar una ...

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