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INTRODUCCIÓN

Las infecciones micóticas o fúngicas son difíciles de tratar, en particular en pacientes inmunodeprimidos o neutropénicos. La mayoría de los hongos es resistente a los agentes antimicrobianos convencionales y hay relativamente pocos medicamentos disponibles para el tratamiento de las enfermedades micóticas sistémicas. La anfotericina B, los azoles (fluconazol, itraconazol, ketoconazol y voriconazol) y las equinocandinas son los fármacos principales que se utilizan en las infecciones sistémicas. Tienen una toxicidad selectiva para los hongos porque interactúan o inhiben la síntesis de ergosterol, un esterol exclusivo de las membranas celulares de los hongos.

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FÁRMACOS PARA INFECCIONES MICÓTICAS SISTÉMICAS

A. Anfotericina B

La anfotericina B conserva su importancia como fármaco para el tratamiento de las infecciones micóticas sistémicas; sin embargo, varios azoles y equinocandinas demuestran ser igual de efectivos en algunas micosis sistémicas con menos riesgo de efectos tóxicos.

1. Clasificación y farmacocinética

La anfotericina B es un antibiótico poliénico relacionado con la nistatina. La absorción de la anfotericina es escasa en el tubo digestivo y por lo general se administra por vía intravenosa como una suspensión coloidal no lipídica, como un complejo lipídico o en una formulación liposómica. El fármaco se distribuye con amplitud a todos los tejidos excepto al sistema nervioso central (CNS, central nervous system). La principal vía de eliminación tiene lugar a través del metabolismo hepático lento; la vida media es cercana a dos semanas. Una pequeña fracción del fármaco se excreta en la orina; la modificación de la dosis es necesaria sólo en casos de disfunción renal extrema. La anfotericina B no es dializable.

2. Mecanismo de acción

La acción fungicida de la anfotericina B se debe a sus efectos sobre la permeabilidad y las propiedades de transporte de las membranas micóticas. Los polienos son moléculas con características tanto hidrófilas como lipófilas (es decir, son anfipáticas); se unen al ergosterol, un esterol específico de las membranas celulares de los hongos, y provocan la formación de poros artificiales (figura 48–1). La resistencia, aunque poco frecuente, puede ocurrir a través de un nivel disminuido o un cambio estructural en el ergosterol de la membrana.

Figura 48–1

Objetivos de los fármacos antimicóticos. A excepción de la flucitosina (y la griseofulvina, que no se muestra), todos los fármacos antimicóticos disponibles se dirigen a la membrana celular o la pared celular de los hongos. (Reproducido con autorización de Katzung BG, Vanderah TW: Basic & Clinical Pharmacology, 15th ed. New York, NY: McGraw Hill; 2021).

3. Usos clínicos

La anfotericina B tiene un amplio espectro antimicótico y es todavía el fármaco de elección, o cofármaco de elección, para la mayoría de las infecciones sistémicas graves causadas por Aspergillus, ...

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