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La corteza suprarrenal se compone de tres zonas con funciones endocrinas distintas: zona glomerulosa (produce mineralocorticoides), zona fasciculada (produce glucocorticoides) y zona reticular (produce esteroides sexuales). La médula suprarrenal representa casi 10% de la glándula y está compuesta por células cromafines que secretan catecolaminas. Las alteraciones del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (fig. 31–1) provocan trastornos endocrinos clásicos como el síndrome de Cushing, el hiperaldosteronismo y el exceso de catecolaminas por feocromocitoma (cuadros 31–1 y 31–2). El diagnóstico de estos trastornos requiere una cuidadosa valoración endocrina y radiográfica.
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Los “incidentalomas” suprarrenales representan unas tumoración suprarrenal insospechada detectada en imágenes con cortes transversales realizados por una razón no relacionada; es la presentación más común de todas las tumoraciones suprarrenales. La NIH y la American Association of Endocrinologists recomiendan que se valoren todos los incidentalomas para determinar la función metabólica y el potencial maligno, a menos que sea un mielolipoma evidente. El diagnóstico diferencial es bastante amplio (cuadro 31–3) e incluye adenoma benigno, tumores suprarrenales funcionales, metástasis y lesiones suprarrenales benignas como el mielolipoma y el neurofibroma. Se requiere un método sistemático para diferenciar las tumoraciones suprarrenales funcionales que justifican la extirpación y aquellas lesiones con un riesgo significativo de carcinoma del adenoma benigno no funcional, más común.
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