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Las infecciones son una causa frecuente de muerte y una causa todavía más frecuente de morbilidad de pacientes con diversos tipos de neoplasias. Las infecciones en pacientes con cáncer pueden ser resultado directo de la invasión tisular por células cancerosas (ya sea por remplazo de las células sanas de la médula del hospedador o por oclusión de un orificio) (cuadro 74–1) o resultado del tratamiento. En la era del tratamiento antineoplásico citotóxico, la neutropenia que es consecuencia de la quimioterapia ha sido la principal causa de complicaciones infecciosas del tratamiento oncológico. En la mayoría de los casos, el uso rutinario de citocinas estimulantes de granulocitos ha acortado la duración de la neutropenia y el mayor uso de inhibidores de punto de verificación y linfocitos T con receptor de antígeno quimérico (CAR, chimeric antigen receptor) ha cambiado el campo de la oncología y conducido a mejores resultados. Desafortunadamente, los inhibidores de punto de verificación y los inmunomoduladores también se relacionan con un mayor riesgo de infecciones, en particular por patógenos intracelulares. La estrategia dinámica para evitar y tratar complicaciones infecciosas del cáncer ha reducido los índices de mortalidad por infecciones y probablemente esta tendencia persistirá. Tal situación es consecuencia de tres factores principales:
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Tratamiento temprano: El concepto de antibioticoterapia temprana empírica redujo los índices de mortalidad en los pacientes con leucemia y bacteriemia de 84% en 1965 a 44% en 1972. Estudios recientes sugieren que la tasa de mortalidad por infección en individuos neutropénicos febriles disminuyó < 10% en 2013. Esta drástica mejoría se atribuye a la intervención oportuna con el tratamiento antimicrobiano apropiado.
Tratamiento empírico: El tratamiento antimicótico empírico también ha disminuido la incidencia de micosis diseminadas, con decremento claro en las cifras de mortalidad. Se administra un antimicótico (basado en la posible identificación del hongo) a sujetos neutropénicos que después de cuatro a siete días de antibioticoterapia muestran fiebre, pero negatividad en los cultivos.
Profilaxis: El uso de antibióticos para pacientes neutropénicos afebriles como profilaxis de amplio espectro contra infecciones ha disminuido la mortalidad y la morbilidad aún más. La estrategia actual para tratar a los pacientes con neutropenia grave (p. ej., los que reciben dosis altas de quimioterapia para leucemia o linfomas de elevada malignidad) se basa en el tratamiento profiláctico al principio de la neutropenia, con el tratamiento antibacteriano “empírico” subsiguiente dirigido a los organismos con participación probable en vista de los signos físicos (por lo general solo fiebre) y, por último, tratamiento antimicótico “empírico” con base en la probabilidad conocida de que la infección micótica se vuelva un problema grave después de cuatro a siete días de tratamiento antibacteriano de amplio espectro.
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