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La lesión cardiaca traumática puede ser causada por un traumatismo penetrante o no penetrante; este último a menudo se denomina contusión cardiaca (BCI, blunt cardiac injury). Las lesiones penetrantes suelen ser resultado de heridas por proyectil de arma de fuego o por instrumento punzocortante, y el sitio de entrada suele ser evidente. Las contusiones cardiacas se producen con mayor frecuencia durante accidentes automovilísticos, ya sea por desaceleración rápida o por el impacto al nivel del tórax contra el volante, pero también pueden ser resultado de caídas desde sitios altos, lesiones por aplastamiento o por explosiones, y agresión con violencia. Es importante destacar que la desaceleración rápida tras accidentes automovilísticos puede estar asociada a una lesión cardiaca significativa, incluso en ausencia de signos externos de traumatismo torácico.
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La contusión miocárdica es un término inespecífico que se ha utilizado para describir un amplio espectro de lesiones cardiacas no penetrantes que ocasionan anomalías en el electrocardiograma (ECG), elevación de biomarcadores cardiacos y anomalías cardiacas estructurales agudas (cuadro 272–1). Es importante destacar que la lesión cardiaca puede ser pasada por alto al inicio en pacientes con traumatismos, ya que el estudio clínico se dirige hacia otras lesiones más obvias. Por desgracia, no hay un solo signo o síntoma que confirme el diagnóstico de contusión cardiaca, y los hallazgos clínicos, de laboratorio y radiográficos pueden ser inespecíficos en el contexto de un traumatismo significativo. La exploración física puede ser difícil en el contexto de una lesión en la pared torácica; sin embargo, los pacientes deben ser examinados cuidadosamente para detectar frotes pericárdicos, soplos cardiacos y evidencia de taponamiento pericárdico (cap. 270). El mecanismo de lesión y la presencia de otro traumatismo torácico deben considerarse al determinar el índice de sospecha de contusión cardiaca; sin embargo, no existe una asociación demostrada entre fracturas esternales o de costillas y la presencia de contusión cardiaca, y puede haber una lesión cardiaca significativa en ausencia de anomalías en la pared torácica.
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El dolor torácico es común después de un traumatismo torácico y, aunque podría indicar isquemia cardiaca o lesión pericárdica, a menudo refleja un traumatismo musculoesquelético. Sin embargo, la necrosis miocárdica puede ocurrir como resultado directo de la contusión o como resultado de una laceración coronaria, disección o trombosis de origen cardiaco. El miocardio lesionado muestra similitudes histopatológicas con el miocardio infartado y puede estar asociado con arritmias auriculares o ventriculares, alteraciones de la conducción, incluyendo bloqueo de rama del haz de His o anomalías electrocardiográficas similares a las del infarto o pericarditis. Por lo tanto, es importante obtener un ECG en todos los pacientes que presentan traumatismo torácico y considerar la contusión cardiaca como una causa de anomalías electrocardiográficas no explicadas.
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