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Una de las funciones clave del sistema inmunitario es patrullar el cuerpo en busca de células cancerosas para matarlas antes de que se conviertan en tumores malignos. En este capítulo, se describe (1) cómo el sistema inmunitario puede reconocer las células cancerosas; (2) cómo evolucionan las células cancerosas para ocultarse y suprimir el sistema inmunitario, y (3) cómo la inmunoterapia revigoriza los mecanismos destructivos del sistema inmunitario.
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ANTÍGENOS VINCULADOS CON TUMORES
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Las células cancerosas malignas tienen una constitución genética similar a las células sanas. Por lo general, muestran el mismo antígeno leucocitario humano (HLA, human leukocyte antigen) principal y proteínas menores de histocompatibilidad que otras células “propias” nucleadas, y los linfocitos con receptores de antígeno que podrían reconocer estas proteínas se eliminan en gran medida durante la selección negativa (véase Tolerancia de las células T, en el capítulo 66). Sin embargo, los animales portadores de un tumor maligno pueden desarrollar una respuesta inmunitaria a ese tumor y provocar su regresión. En el curso de la transformación neoplásica, nuevos antígenos (neoantígenos), llamados antígenos vinculados con tumores (TAA, tumor-associated antigens), se desarrollan en la superficie celular y el huésped reconoce dichas células como “ajenas”. Luego, una respuesta inmunitaria mata las células agresoras, con lo que se evita la formación de un cáncer maligno. Un tumor con una “carga mutacional” más alta (es decir, más mutaciones somáticas que difieren del código genético de la línea germinal del individuo) tiene más probabilidades de tener TAA inmunógenos.
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Los TAA pueden presentar una alta especificidad (es decir, las células de un tumor tienen diferentes TAA que las células de otro tumor) o ser compartidos por diferentes tumores, incluso tumores que se desarrollan en diferentes huéspedes. Por ejemplo, los tumores inducidos por virus (como los causados por el virus del papiloma humano) muestran una tendencia a tener TAA que reaccionan de forma cruzada entre sí cuando los induce una misma cepa viral. Esta característica ha estimulado el interés en desarrollar vacunas antitumorales que utilicen los TAA inducidos por virus compartidos que se encuentran en todas las personas portadoras de ese tumor inducido por virus.
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ANTÍGENO CARCINOEMBRIONARIO Y FETOPROTEÍNA ALFA
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De manera habitual, algunos tumores humanos contienen antígenos que se encuentran en células fetales, pero no en células humanas adultas.
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El antígeno carcinoembrionario circula a niveles elevados en el suero de muchos pacientes con carcinoma de colon, páncreas, mama o hígado. Se encuentra en el intestino, el hígado y el páncreas fetales y en cantidades muy pequeñas en sueros normales. La detección de este antígeno puede ser útil en el diagnóstico de dichos tumores, y el que su nivel disminuya después de la cirugía, sugiere que el tumor no se halla en una etapa de propagación. Por el contrario, un aumento en el nivel del antígeno carcinoembrionario en ...