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Los antagonistas el conducto de calcio (también conocidos como bloqueadores de los conductos de calcio o antagonistas del calcio) se usan con mucha frecuencia para tratar la hipertensión, angina de pecho, espasmo coronario, miocardiopatía hipertrófica, arritmias supraventriculares, fenómeno de Raynaud y cefalea migrañosa. La toxicidad de los antagonistas del calcio puede ocurrir con el uso terapéutico (a menudo debido a una enfermedad subyacente de la conducción cardiaca o a las interacciones farmacológicas) o como resultado de la sobredosis accidental o intencional. La sobredosis de antagonistas del calcio, con frecuencia ponen en peligro la vida y es una de las causas más importantes de mortalidad causada por fármacos. Una cantidad tan pequeña como una sola tableta puede poner en peligro la vida de un niño pequeño.
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I. MECANISMO DE TOXICIDAD
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Los antagonistas del calcio reducen la entrada del mismo por los conductos de calcio tipo L de la célula, actúan en el músculo liso vascular, el corazón y el páncreas. Pueden causar vasodilatación coronaria y periférica, reducen la contractilidad cardiaca, disminuyen la velocidad de conducción en el nódulo auriculoventricular y deprimen la actividad del nódulo sinusal. El descenso de la presión arterial derivado de la caída en la resistencia vascular periférica puede moderarse con la taquicardia refleja, aunque esta respuesta refleja a menudo está amortiguada por los efectos depresores en la actividad en los nódulos AV y sinusal. Además, estos fármacos son tóxicos metabólicos que causan una mayor dependencia cardiaca del metabolismo de carbohidratos, en lugar de los ácidos grasos libres usuales. Este efecto tóxico se complica por la inhibición de la liberación pancreática de insulina, lo que dificulta que el corazón utilice los carbohidratos durante el choque.
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En dosis terapéuticas, las dihidropiridinas (amlodipina, clevidipina, felodipina, isradipina, nicardipina, nifedipina, nimodipina y nisoldipina) actúan sobre todo en los vasos sanguíneos (causan vasodilatación), mientras que las fenilalquilaminas (verapamilo) y las benzotiazepinas (diltiazem) también actúan en el corazón, reducen la contractilidad y la frecuencia cardiacas. Las sobredosis de verapamilo y diltiazem suelen ser más graves debido al choque cardiógeno, mientras que las sobredosis de dihidropiridinas casi siempre son menos graves, se manifiestan con un choque por vasodilatación, aunque en la sobredosis masiva se pierde esta selectividad.
La nimodipina tiene una acción más intensa en las arterias cerebrales y se usa para reducir el vasoespasmo después de una hemorragia subaracnoidea reciente.
Las interacciones farmacológicas importantes pueden generar toxicidad.
La sobredosis combinada de dihidropiridinas e inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o bloqueadores del receptor para angiotensina causa hipotensión más profunda y requiere un mayor apoyo hemodinámico. También es más probable que haya hipotensión en pacientes que toman β-bloqueadores, nitratos o ambos, en particular si tienen hipovolemia después de tratamiento diurético. Los pacientes que toman disopiramida u otros fármacos depresores cardiacos, y los que tienen enfermedad miocárdica subyacente también tienen riesgo de hipotensión.
Puede haber bradiarritmias que pongan en peligro la vida cuando se administran ...