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La familia Scorpaenidae son en su mayoría peces de agua salada que habitan en el fondo del mar, notorios por su capacidad para camuflarse y desaparecer en el ambiente. Existen 30 géneros y alrededor de 300 especies, 30 de las cuales tienen espinas que pueden envenenar a los humanos. Aunque alguna vez se consideraron un peligro laboral solo en la pesca comercial, el creciente contacto con estos peces por parte de buzos y aficionados a los acuarios domésticos ha aumentado la frecuencia de estos envenenamientos. Además, debido a los cambios en la temperatura del agua y la introducción accidental de especies exóticas, algunos de estos peces ahora se encuentran en ambientes acuáticos en los que no existían antes, como la proliferación recuente del pez león en el Golfo de México.
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I. MECANISMO DE TOXICIDAD
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Por lo general, el envenenamiento ocurre cuando se manipula o se pisa el pez, o cuando el dueño del acuario tiene las manos en el tanque. Las aletas dorsal, anal y pectoral están sostenidas por espinas conectadas a la glándula de venenos. El pez puede erguir sus espinas y pinchar a la víctima, lo que causa la liberación de veneno (y a menudo desprendimiento de la vaina tegumentaria de la espina dentro de la herida). El veneno de todos estos organismos es una mezcla termolábil que no está caracterizada del todo.
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La dosis de veneno implicada en cualquier picadura es variable. La diferencia en la gravedad del envenenamiento entre las especies casi siempre es resultado de la relación entre la glándula de veneno y las espinas.
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Género Synanceia (pez piedra australiano): tiene espinas cortas y fuertes, con la glándula de veneno localizada cerca de la punta; por lo tanto, puede aplicar grandes dosis de veneno y causar un envenenamiento grave.
Género Pterois (pez león rojo, pez león cebra): tiene largas espinas delicadas con glándulas de veneno poco desarrolladas cerca de la base de la espina, por lo que suele aplicar solo pequeñas dosis de veneno.
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III. PRESENTACIÓN CLÍNICA
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El envenenamiento casi siempre produce dolor intenso, pulsátil y agudo de inicio inmediato. En casos no tratados, la intensidad de dolor alcanza su nivel máximo en 60 a 90 min y puede persistir por uno o dos días.
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La intoxicación sistémica causada sobre todo por el envenenamiento por un pez piedra puede incluir el inicio rápido de hipotensión, taquicardia, arritmias cardiacas, isquemia miocárdica, síncope, diaforesis, náusea, vómito, cólico abdominal, disnea, edema pulmonar, cianosis, cefalea, debilidad muscular y espasticidad.
Los efectos tisulares locales incluyen eritema, equimosis e hinchazón. Puede haber infección debido a las partes retenidas de la vaina tegumentaria. Son posibles la hiperalgesia, anestesia o parestesias de la extremidad afectada, y hay informes de neuropatía persistente.
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