35-11: Otras infecciones intestinales por microorganismos flagelados

INTRODUCCIÓN

Balantidium coli es un protozoario intestinal grande y ciliado que existe en todo el mundo, pero en especial en los trópicos. Los cerdos son el principal reservorio. La infección es poco común en el ser humano y es consecuencia de la ingestión de quistes que son eliminados en las heces fecales de los seres humanos o cerdos. En su nuevo hospedador, la pared del quiste se disuelve y el trofozoíto invade la mucosa intestinal, generando abscesos y úlceras. Muchas infecciones son asintomáticas. Las infecciones crónicas provocan diarrea recurrente o disentería. También se han producido muertes por perforación y hemorragia intestinal.

Dientamoeba fragilis es un protozoario que a menudo provoca una infección asintomática y por esta razón su repercusión en la patología del ser humano permanece controversial. Los síntomas que se atribuyen a este microorganismo patógeno son diarrea, dolor abdominal y anorexia. Existen otros flagelados que también infectan al ser humano, por lo general se les considera no patógenos, pero son indicadores de contaminación fecal-oral.

El diagnóstico de balantidiosis se establece al encontrar trofozoítos o quistes en las heces fecales o en los raspados de úlceras de colon. La infección por D. fragilis en ocasiones es difícil de diagnosticar puesto que solo existe en la forma de trofozoíto. La sensibilidad del examen de tres muestras de heces fecales es de 70% a 90%. El tratamiento de elección para la balantidiosis es la tetraciclina, 500 mg por VO cada 6 h por 10 días. Otra opción es el yodoquinol (diyodohidroxiquina), 650 mg por VO cada 8 h durante 21 días y también se han utilizado con éxito metronidazol, paromomicina y nitazoxanida. Las infecciones por D. fragilis han sido tratadas con éxito con metronidazol, yodoquinol, paromomicina y tetraciclina, pero recientemente se publicaron algunos fracasos con metronidazol; los demás regímenes son los mismos que para la balantidiosis.