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INTRODUCCIÓN

La antigua controversia respecto de las funciones cerebrales si están representadas de forma difusa en el encéfalo con todas las partes casi equivalentes, o localizadas en algunos lóbulos o regiones, se ha resuelto para satisfacción de la mayoría de los neurólogos. Los clínicos han demostrado más allá de cualquier duda que es factible asignar a determinadas regiones corticales funciones particulares. Por ejemplo, las zonas prerrolándica y posrolándica controlan las actividades motoras y sensitivas, respectivamente; la zona estriada del lóbulo occipital regula la percepción visual y las circunvoluciones temporales superiores tienen como función la actividad auditiva, entre otras. Sin embargo, más allá de estas correlaciones generales, es imprecisa la localización cortical de muchas de las operaciones conductuales y mentales, descritas en los capítulos 19 y 20. En relación con las funciones superiores, como la atención, la vigilia, la apercepción y el pensamiento analítico y sintético, es imposible asignarles un sitio anatómico exacto y previsible; o, con mayor precisión, los sistemas neuronales de los que dependen están distribuidos en varias regiones del cerebro.

Es necesario dilucidar el significado del término localización cerebral. ¿Se refiere a la función fisiológica de un grupo circunscrito de neuronas en la corteza cerebral, indicado en términos clínicos por pérdida de dicha función (síntomas negativos) cuando estas neuronas se paralizan o destruyen? Esta es la forma en la cual los neurólogos han asignado funciones a áreas particulares de la corteza cerebral. Sin embargo, con base en el conocimiento de las extensas conexiones de todas las zonas de los centros especializados corticales, el neurólogo debe asumir que esta es solo una presuposición parcial. Casi todos los que adoptan lo anterior suponen que la organización de la función cerebral se basa en redes estructuradas de neuronas aferentes y eferentes en estrecha interconexión en varias regiones del encéfalo. Estas redes deben estar vinculadas por sistemas regionales y más amplios de fibras; ello se advierte en particular al estudiar el sustrato anatómico de propiedades complejas de la cognición, como la inteligencia, como se describe en el capítulo 20. Por consiguiente, muchas funciones básicas se hallan en una región cortical, y una lesión en ella da lugar a la pérdida de esa capacidad particular. No obstante, es aparente por estudios fisiológicos como las técnicas de imagen funcional y la estimulación electromagnética que las redes ampliamente distribuidas están ocupadas, las cuales pese a todo abarcan la región que puede ser extirpada y eliminan tal función.

Estos aspectos de la localización cerebral, expresados con claridad en los trabajos de Wernicke, Dejerine y Liepmann, los delinearon Luria (1966 y 1969) y la escuela rusa de fisiólogos y psicólogos, y luego los difundió Geschwind (1965). En concordancia con el modelo de interconexión de redes, estos investigadores consideraron que la función no era una propiedad directa de una región particular altamente especializada del encéfalo, sino producto de actividad compleja y distribución difusa en que los estímulos sensitivos se ...

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