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Cuando un paciente con un problema clínico ha sido evaluado y se ha llegado a un diagnóstico, a menudo el médico puede elegir entre una variedad de enfoques terapéuticos. Algunas de las opciones disponibles son medicamentos, cirugía, tratamiento psiquiátrico, radioterapia, fisioterapia, educación para la salud, asesoramiento, consultas posteriores (segundas opiniones), y la ausencia de terapia. De estas opciones, la terapia con medicamentos es la más elegida. En la mayoría de los casos esto requiere la escritura de una prescripción, es decir, la orden del médico para preparar o dispensar un tratamiento específico, por lo general medicamentos, para un paciente determinado. Cuando un paciente acude al consultorio, el médico u otro profesional autorizado de la salud prescriben medicamentos 67% del tiempo, y se escribe un promedio de una prescripción por visita al consultorio, aunque se puede escribir más de una prescripción en una sola visita. En promedio, un paciente recibe 12.3 prescripciones al año.
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En este capítulo se presenta un plan para la prescripción. A continuación, se revisan la forma física de la prescripción, los errores frecuentes al prescribir y los requisitos legales que rigen las diversas características de ese proceso. Por último se describen algunos de los factores sociales y económicos involucrados en la prescripción y el uso de medicamentos.
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PRESCRIPCIÓN RACIONAL
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Como cualquier otro proceso en el cuidado de la salud, escribir una prescripción se debe basar en una serie de pasos racionales de la siguiente manera:
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Hacer un diagnóstico específico. Las prescripciones basadas en el simple deseo de satisfacer la necesidad psicológica del paciente de algún tipo de terapia a menudo son insatisfactorias, y pueden provocar efectos adversos. Se requiere un diagnóstico específico, incluso si es tentativo, para avanzar al siguiente paso. Por ejemplo, en un paciente con un diagnóstico probable de artritis reumatoide, el diagnóstico y el razonamiento subyacentes deben ser claros y se deben compartir con el paciente.
Considerar las implicaciones fisiopatológicas del diagnóstico. Si el trastorno se comprende bien, quien prescribe se encuentra en una mejor posición para ofrecer una terapia eficaz. Por ejemplo, el aumento del conocimiento sobre los mediadores de la inflamación hace posible un uso más eficaz de los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal anti-inflammatory drugs) y otros agentes utilizados en la artritis reumatoide. Al paciente se le debe proporcionar un nivel y cantidad de información apropiados sobre su fisiopatología. Muchas farmacias, sitios web y agencias públicas y privadas orientadas a la enfermedad (p. ej., Arthritis Foundation, American Heart Association, American Cancer Society) proporcionan hojas de información adecuadas para los pacientes.
Seleccionar un objetivo terapéutico específico. Se debe elegir un objetivo terapéutico para cada uno de los procesos fisiopatológicos definidos en el paso anterior. En un paciente con artritis reumatoide, el alivio del dolor mediante la reducción del proceso inflamatorio es uno de los principales objetivos terapéuticos que identifica los grupos farmacológicos que se debe considerar. Un ...