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Las infecciones de los huesos y las articulaciones son graves porque la destrucción del hueso o del cartílago puede provocar una discapacidad notable. La osteomielitis y la artritis infecciosa por lo general son causadas por bacterias u hongos. En estas enfermedades, los microorganismos patógenos invaden de manera directa el hueso y la articulación. En contraste, la artritis por complejos inmunitarios, la artritis reactiva y la fiebre reumática se generan por reacciones inmunitarias a bacterias o virus, y los microorganismos no se encuentran en las articulaciones.
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El diagnóstico clínico de la artritis infecciosa a menudo implica un análisis del líquido articular. Los estudios radiográficos de las articulaciones y los huesos aportan información importante. Por lo general, el diagnóstico microbiológico de la osteomielitis y la artritis infecciosa se realiza mediante el cultivo de una muestra de hueso o líquido articular. El tratamiento antimicrobiano casi siempre se administra por periodos prolongados (es decir, de semanas a meses).
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La osteomielitis es una infección ósea. El término osteo se refiere al hueso y mielo alude a la médula ósea. La osteomielitis se clasifica como aguda o crónica.
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El modo más común por el cual los microorganismos llegan al hueso es la diseminación hematógena (es decir, bacteriemia o fungemia) desde un sitio distante. La osteomielitis bacteriana aguda con frecuencia surge de una infección piógena de la piel, como un furúnculo, pero muchas fuentes no se detectan. La osteomielitis micobacteriana y fúngica a menudo parte del sitio inicial de infección en el pulmón.
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En los niños, la diseminación hematógena tiende a provocar osteomielitis localizada al final de los huesos largos (en las metáfisis) que están dotados de manera profusa de vasos sanguíneos. En adultos, la diseminación hematógena desemboca casi siempre en osteomielitis vertebral y discitis, no en osteomielitis de los huesos largos.
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La osteomielitis también se produce por extensión directa desde un lugar contiguo infectado, como la piel o los tejidos blandos. Del mismo modo, puede observarse tras un traumatismo que genera una fractura abierta y contaminación ósea directa.
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La osteomielitis crónica tiende a ocurrir en la extremidad inferior, sobre todo en individuos con diabetes que muchas veces tienen insuficiencia vascular; estos pacientes presentan una predisposición a desarrollar infecciones de piel y tejidos blandos que se extienden al hueso.
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Manifestaciones clínicas
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Las señales clínicas más características son dolor óseo y susceptibilidad localizada en el sitio de la infección. La mayoría de los pacientes asimismo exhiben síntomas constitucionales como fiebre, sudores nocturnos y fatiga. Se observa un rango de movimiento limitado de la extremidad afectada. En la osteomielitis vertebral, la región lumbar se altera con mayor frecuencia que las regiones cervical o torácica (figura 70–1).
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