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Nota

Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.

Introducción

El paludismo, también conocido como malaria, es una enfermedad parasitaria transmitida por vector, que puede poner en peligro la vida si no se maneja de manera correcta en cuanto al diagnóstico y el tratamiento rápido y exacto. El sinónimo de paludismo, malaria, se deriva del italiano mal aria (mal aire), puesto que inicialmente se creyó que la enfermedad se originaba por pantanos fétidos, mientras que la palabra “paludismo” se deriva de “palud” que significa pantanos y, por ende, la enfermedad ligada a los pantanos, una relación más sensata y significativa desde el punto de vista ecológico que enfermedad “relacionada con el aire”.

Si bien la distribución del paludismo disminuyó durante el siglo xx, en la actualidad 40% de la población mundial, en su mayor parte la que vive en los países más pobres, aún tiene riesgo de contraer la enfermedad. El paludismo se encuentra en todas las regiones tropicales y subtropicales, y anualmente causa más de 300 millones de enfermedades agudas, y al menos un millón de muertes. Por lo menos 90% de estas muertes ocurre en África al sur del Sahara, donde cada 30 segundos muere un niño (figura 43-1).

Perspectiva histórica

Antes de los grandes descubrimientos, durante milenios se conocieron los síntomas de fiebres regulares intermitentes con etapas sucesivas (una etapa fría, seguida por una caliente, y después una de sudoración) asociadas con cefalea y otros dolores. Es factible encontrar referencias a esto en varios textos religiosos y médicos asirios, chinos e indios de la antigüedad (aun cuando a veces es difícil confirmar si estas fiebres en realidad fueron paludismo). En el libro médico chino Nei Ching (2700 a.C.) se menciona la relación de fiebre terciana y cuartana con agrandamiento del bazo, y se describen síntomas de cefalea, escalofríos y fiebres con tres demonios: uno con un martillo, uno con un balde de agua, y otro con una estufa.10 En las tablillas de arcilla con inscripciones cuneiformes que se encontraron en la biblioteca de Asurbanipal (2000 a.C.) se mencionan fiebres periódicas mortales; esto sugiere que hace más de 4 000 años la región entre los ríos Tigris y Éufrates ya era palúdica.53

El papiro de Ebers egipcio (1570 a.C.) se refiere a casos de bazos agrandados con fiebre concurrente, y su tratamiento.56

El médico griego Hipócrates (siglo v a.C.) debe considerarse el primer epidemiólogo y ecologista; notó una relación entre el inicio de la enfermedad en una población y las estaciones o los lugares donde ...

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