RT Book, Section A1 Lahera, Vicente A1 de las Heras, Natalia A1 Cachofeiro, Victoria A2 Fernández-Tresguerres, Jesús A. A2 Cachofeiro, Victoria A2 Cardinali, Daniel P. A2 Delpón, Eva A2 Díaz-Rubio, Enrique Rey A2 Escriche, Eduardo Escrich A2 Juliá, Vicente Lahera A2 Teruel, Francisco Mora A2 Pardo, Marta Romano SR Print(0) ID 1189499151 T1 Regulación del flujo sanguíneo en los tejidos T2 Fisiología humana, 5e YR 2020 FD 2020 PB McGraw-Hill Education PP New York, NY SN 9781264258581 LK accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?aid=1189499151 RD 2024/10/14 AB La función principal del sistema cardiovascular es abastecer de sangre a los tejidos del organismo de manera adecuada con cada una de las necesidades y situaciones. Este abastecimiento depende de la capacidad del corazón para actuar como bomba, de la regulación de la resistencia periférica y de la facultad de cada territorio para regular localmente el flujo de sangre. Ninguno de estos factores es constante a lo largo del día, ya que los periodos de reposo y actividad, así como las necesidades metabólicas de los diferentes órganos y tejidos determinan la perfusión sanguínea. Es necesario por tanto que exista una regulación que garantice que las variaciones de la actividad cardiaca y vascular permitan una distribución del gasto cardiaco de acuerdo con las necesidades de los diferentes órganos y tejidos. Dicha regulación se ejerce a nivel cardiaco, vascular y renal mediante las acciones combinadas de los sistemas nervioso central y periférico, así como por diversos sistemas y agentes humorales. La regulación de la actividad cardiaca y la capacidad del riñón para regular la volemia se consideran en los capítulos 38 y 31, respectivamente. En el presente capítulo se estudian los procesos y mecanismos por los que cada tejido tiene la capacidad de controlar su propio flujo sanguíneo, de acuerdo con sus necesidades metabólicas, lo que resulta en una distribución preferente del gasto cardiaco hacia las zonas que requieren mayor aporte. La regulación del flujo sanguíneo hacia los tejidos depende de la variación del diámetro de las pequeñas arterias y arteriolas, cuyo músculo liso se relaja (vasodilatación) o se contrae (vasoconstricción), lo que da lugar a disminución o aumento de la resistencia al flujo, como respuesta a agentes metabólicos, nerviosos y humorales.