RT Book, Section A1 Nemer, Jacqueline A. A1 Juarez, Marianne A. A2 Papadakis, Maxine A. A2 McPhee, Stephen J. A2 Rabow, Michael W. SR Print(0) ID 1183809950 T1 Congelación T2 Diagnóstico clínico y tratamiento 2021 YR 2021 FD 2021 PB McGraw-Hill Education PP New York, NY SN 9781264266586 LK accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?aid=1183809950 RD 2024/04/19 AB La congelación es una lesión por enfriamiento y formación de cristales de hielo en el tejido. Se pueden dividir en cuatro niveles, o “grados” de lesión, los cuales pueden ser establecidos por diferencias en las imágenes después del recalentamiento. De manera alternativa, se puede utilizar una clasificación de dos niveles en el campo después del recalentamiento y antes de la obtención de imágenes. La congelación de primer grado produce entumecimiento y eritema; las áreas lesionadas pueden mostrar desprendimiento epidérmico leve sin muerte de tejido macroscópico. Las lesiones de segundo grado presentan vesiculación cutánea superficial con ampollas llenas de líquido claro o lechoso rodeadas de eritema y edema. La congelación de tercer grado produce ampollas hemorrágicas más profundas, que se extienden por debajo del plexo vascular dérmico. Las lesiones de cuarto grado se extienden completamente a través de la dermis y la necrosis se extiende al músculo y al hueso. La clasificación de dos niveles (similar a las quemaduras térmicas) incluye superficiales (lesiones de primer y segundo grado) con ninguna o mínima pérdida de tejido anticipada; y profundas (lesiones de tercer y cuarto grado) con pérdida de tejido anticipada. Gran parte de la destrucción hística ocurre después de la reperfusión de los tejidos congelados en que hay daño de las células endoteliales y trombosis microvascular progresiva, que agrava la lesión de los tejidos. En casos leves, solo hay afectación de la piel y planos subcutáneos, y las manifestaciones son insensibilidad, sensaciones punzantes, prurito y palidez (eFig. 37–1). Al agravarse la lesión, la congelación más honda afecta estructuras profundas. La piel tiene aspecto pálido o amarillento, pierde su elasticidad y se torna inmóvil. Pueden surgir edema, ampollas hemorrágicas, necrosis, gangrena, parestesias y rigidez (eFig. 37–2).