RT Book, Section A1 Lustig, Lawrence R. A1 Schindler, Joshua S. A2 Papadakis, Maxine A. A2 McPhee, Stephen J. A2 Rabow, Michael W. A2 McQuaid, Kenneth R. SR Print(0) ID 1191894899 T1 Absceso periamigdalino y celulitis T2 Diagnóstico clínico y tratamiento 2022 YR 2022 FD 2022 PB McGraw-Hill Education PP New York, NY SN 9781264664764 LK accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?aid=1191894899 RD 2024/03/28 AB Cuando la infección penetra la cápsula amigdalina y abarca los tejidos circundantes, se desarrolla celulitis periamigdalina. El absceso y la celulitis periamigdalinos (quinsy) se manifiestan con dolor faríngeo intenso, odinofagia, trismo, desviación medial del paladar blando y el pliegue periamigdalino y voz anormal que suena amortiguada (“papa caliente”). Después del tratamiento se resuelve la celulitis periamigdalina en el transcurso de varios días o evoluciona a un absceso periamigdalino (efig. 8–7). La ecografía puede ser un adjunto útil en caso de sospecha clínica, pero las imágenes no son necesarias para determinar el diagnóstico. Para confirmar la existencia del absceso se aspira pus del pliegue periamigdalino justo por arriba y adentro del polo superior de la amígdala (efig. 8–8). Debe insertarse una aguja número 19 o 21 a una profundidad no mayor de 1 cm porque es posible que la arteria carótida interna esté situada en la línea media de su localización habitual y pase por atrás y en la profundidad de la fosa amigdalina. Con frecuencia, los pacientes con absceso periamigdalino acuden al servicio de urgencias y se les administra una dosis parenteral de amoxicilina (1 g), amoxicilina-sulbactam (3 g) o clindamicina (600 a 900 mg). Los casos menos graves y los pacientes que toleran los antibióticos por VO pueden tratarse con estos últimos por siete a 10 días, entre ellos amoxicilina, 500 mg cada 8 h; amoxicilina-clavulanato, 875 mg cada 12 h, o clindamicina, 300 mg cada 6 h. En términos generales, la aceptación de la antibioticoterapia es buena, aunque ha surgido controversia en cuanto al tratamiento quirúrgico de los abscesos periamigdalinos. Las técnicas incluyen aspiración con aguja, incisión y drenaje, y amigdalectomía. Algunos médicos abren y drenan el área y continúan con antibióticos parenterales, en tanto que otros solo aspiran y realizan vigilancia ambulatoria. Es apropiado considerar una amigdalectomía inmediata (“amigdalectomía por absceso amigdalino”) para drenar el absceso y evitar las recurrencias. Casi 10% de los pacientes con absceso periamigdalino tiene indicaciones relativas para amigdalectomía. Las tres medidas son eficaces. Sin importar cuál sea el método utilizado, es necesario asegurar un tratamiento adecuado del absceso porque es posible la aparición de complicaciones, como extensión a los espacios retrofaríngeo, profundo del cuello y mediastínico posterior. Las bacterias también pueden aspirarse a los pulmones y causar neumonía. Suscita controversia la posibilidad de que un solo absceso constituya indicación suficiente para practicar amigdalectomía; cerca del 30% de las personas de 17 a 30 años no sometidas a dicha operación planeada con oportunidad después de absceso periamigdalino fue objeto al final de intervención quirúrgica y se extirparon las amígdalas solo en 13% de quienes tenían más de 30 años.