RT Book, Section A1 Surana, Neeraj K. A1 Kasper, Dennis L. A2 Loscalzo, Joseph A2 Fauci, Anthony A2 Kasper, Dennis A2 Hauser, Stephen A2 Longo, Dan A2 Jameson, J. Larry SR Print(0) ID 1197487037 T1 Estudio del paciente con una enfermedad infecciosa T2 Harrison. Principios de Medicina Interna, 21e YR 2022 FD 2022 PB McGraw-Hill Education PP New York, NY SN 9781264540259 LK accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?aid=1197487037 RD 2024/03/29 AB Los orígenes de las enfermedades infecciosas son simples. La idea de que las enfermedades contagiosas se debían a un miasma (“mal aire”) puede ubicarse a mediados del siglo XVI, por lo menos. No fue sino hasta el trabajo de Louis Pasteur y Robert Koch a finales del siglo XIX, que hubo evidencia creíble que respaldaba la teoría de gérmenes de la enfermedad; es decir, que los microorganismos son la causa directa de las infecciones. A diferencia de este inicio relativamente lento, en el siglo XX hubo avances notables en el campo de las enfermedades infecciosas, y pronto se identificaron los microorganismos etiológicos de muchas enfermedades infecciosas. Además, el descubrimiento de los antibióticos y el advenimiento de las vacunas contra algunas de las infecciones más letales y debilitantes modificaron el panorama de la salud humana. En el siglo XX se eliminó la viruela, uno de los grandes azotes en la historia de la humanidad. Tales éxitos extraordinarios impulsaron al doctor Frank MacFarlane Burnet, destacado inmunólogo y ganador del Premio Nobel, a escribir en 1962 una publicación titulada Historia Natural de las Enfermedades Infecciosas: “En muchos sentidos se puede pensar a mediados del siglo XX como el final de una de las más importantes revoluciones sociales en la historia, la virtual eliminación de las enfermedades infecciosas”; el profesor Burnet no era el único con esta idea. Robert Petersdorf, un reconocido experto en enfermedades infecciosas y alguna vez editor de este libro, escribió en 1978 que “incluso a pesar de mi gran lealtad personal hacia las enfermedades infecciosas, no concibo la necesidad de 309 más (graduados en la materia), a menos que ocupen su tiempo en cultivarse entre sí”. Dado el enorme crecimiento en el interés en el microbioma en los últimos 15 años, la declaración del Dr. Petersdorf podría haber sido de una irónica clarividencia, aunque no podía tener idea de lo que esperaba a la humanidad, con la arremetida de enfermedades infecciosas nuevas, emergentes y reemergentes.